No os asustéis, educar la mirada no significa interpretar, controlar o inducir a nuestras criaturas hacia algo. Sencillamente se trata de enseñar a los niños y niñas a tener criterio y a desarrollar el pensamiento crítico para que puedan elegir con libertad el ocio cultural y las representaciones artísticas que más les gusten. Y eso se consigue acudiendo a museos, exposiciones, espectáculos, teatros, cine, leyendo libros, aprendiendo a tocar un instrumento, a bailar…
Los que vivimos en Madrid tenemos una amplia oferta cultural y de ocio para los más pequeños, y los que asiduamente asistimos a este tipo de actividades, sabemos que no todos tienen la calidad que se espera; de hecho, cuesta encontrar una oferta de actividades culturales de calidad para peques. He visto obras de teatro para llenas de actuaciones histriónicas y tramas absurdas, cuentacuentos que aburren y otras tomaduras de pelo. Por suerte, también he visto espectáculos de calidad en los que toman en serio a los peques y les ofrecen productos apropiados, exposiciones, cine y otras representaciones y funciones geniales que acercan a los niños y niñas a un territorio interesante.
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Los que leéis con asiduidad este blog habréis comprobado que, con respecto a la literatura infantil, huyo de las colecciones de cuentos donde un niño o una niña protagonistas tienen vidas normales y planas: van al zoo, al colegio, al parque, celebran su cumpleaños… reconozco que componen personajes con los que los niños y niñas se identifican claramente, pero no presentan ningún reto para ellos: todos los niños sin excepción se van a identificar y van a explorar esos lugares comunes con demasiada facilidad. ¿Dónde está la magia? ¿Qué aporta de forma excepcional si no hay una lectura ulterior? También la literatura de autoayuda para niños está muy de moda y casi todos los cuentos vienen con recado, o bien les enseñamos subrepticiamente a controlar las emociones o a aceptar la diversidad, o directamente planteamos un cuento con un niño que tiene que aprender a dejar el pañal. Para mí, la literatura debe ir un poco más allá y educar la mirada, así lo explica Marcela Carranza:
La literatura, entonces, no sirve para transmitir verdades de ningún tipo, ni siquiera las más “progresistas” o aceptadas como más valiosas en un momento social dado. La literatura desarma, descompone, mueve el piso, es un continuo poner en entredicho, desmantelar verdades y dogmas. Por lo tanto, no resulta útil en el sentido de instalar una verdad o reforzar una certeza, sea del color que sea. Querer dejar una enseñanza con un texto artístico es relegar al arte a un segundo plano, el de un vehículo atractivo para la transmisión de lo que realmente importa: el mensaje en cuestión. No es que esté mal enseñar cosas a los niños, pero la literatura, el arte no están para eso.
La literatura contribuye al desarrollo de la imaginación, explora escenarios y personajes fuera de nuestro lugar de confort y nos entretiene, pero solo la buena literatura (aquí explico lo que es la buena literatura y aquí las diferencias entre buena literatura y la ficción comercial). Educar la mirada en la literatura es fundamental. El editor y escritor Françoise Ruy Vidal declaró:
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En la literatura infantil, como en el resto de disciplinas artísticas, nos encontramos con productos de calidad y otros menores que no dan lugar a fomentar el pensamiento crítico ni a desarrollar el gusto ni a educar la mirada. Los niños tienen que elegir los libros que quieran leer, el arte y el espectáculo que quieran ver, con el que disfruten y se entretengan, pero es nuestra labor enseñarles a tener criterio y saber elegir. Así que allá vamos.