Sabemos que el juego en la infancia es fundamental, Naciones Unidas lo tiene claro y el derecho al juego es uno de los puntos que recoge la Convención sobre los Derechos del Niño. Hemos leído que fomenta la imaginación, la atención, la concentración y la memoria. Que les ayuda a manejar la frustración y les enseña habilidades sociales. Que les estimula y forma parte de su aprendizaje. Forma parte de su aprendizaje. ¿Qué significa que forma parte de su aprendizaje? Significa que cuando una criatura juega, está aprendiendo cómo está hecho el mundo en el que vive, como se construyen las relaciones entre las personas y está recibiendo un cursillo acelerado sobre roles y estereotipos.
Os voy a contar una anécdota que me ocurrió cuando era pequeña: me encantaba el Autocross, un juguete que tenía un volante y podías conducir un coche en un pequeño circuito. Se lo pedí a los Reyes Magos varias navidades y nunca me lo trajeron. A los dieciocho años, mis padres casi tuvieron que obligarme a que me apuntara a la autoescuela para sacarme el carnet de conducir: mi madre quería que fuera independiente y que condujera, pero no se dio cuenta de que para que yo incorporara esa actividad a mi vida cotidiana, tendría que haberme comprado el Autocross cuando lo pedí.
Los juegos y juguetes enseñan a nuestras criaturas a cuidar, a ocuparse de la casa, a cocinar, a explorar, a construir, a salvar el mundo y a jugar al ping pong. Todas estas actividades son geniales, por lo que el problema no son los juguetes, el problema reside en que se asuma que los juguetes dirigidos a fomentar habilidades como el cuidado (muñecos, cocinitas, casas de muñecas) y el aspecto físico (joyas, maquillaje, barbies) estén dirigidos a las niñas, y los juguetes que fomentan el espíritu aventurero (superhéroes, dinosaurios) y el movimiento (coches, kits de exploradores, barcos piratas, pelota) estén dirigidos a los niños. Estos juguetes les enseñan a nuestras criaturas cuál es su papel en el mundo. Si no dejamos que los niños jueguen con muñecas y no dejamos a las niñas que jueguen a la pelota, les estamos limitando en la vida, a los dos, con la gran diferencia de que esa limitación va a perjudicar, fundamentalmente, a las niñas y mujeres, que de adultas asumirán de forma espontánea los cuidados y serán más precavidas a la hora de asumir riesgos profesionales o personales, mientras los hombres percibirán completamente ajenos a ellos todas las tareas del hogar y los cuidados. ¿Cómo puede un hombre asumir la corresponsabilidad del hogar si desde que es pequeño ha recibido el mensaje de que eso es “cosa de chicas”? ¿Cómo puede una mujer ser ambiciosa en todas las esferas de su vida si desde pequeña principalmente ha jugado a las “mamás” y a las “casitas”?
Es imprescindible que niñas y niños sean libres de elegir sus juguetes y juegos, y sus madres, padres y educadores tenemos el deber de romper deliberadamente esos roles, de ofrecerle juguetes que destruyan los estereotipos y de enseñarle que no hay juguetes ni juegos de niñas o de niños. La pregunta es: y tú, persona al cargo de su cuidado, ¿estás preparada para comprarle una muñeca a tu niño y para enfrentarte con el resto de madres y padres para que tu hija, si así quiere, juegue en el equipo de fútbol?
Mucho más sobre este tema en el libro , publicado por Plataforma Editorial.