Hoy os traigo una ficción perfecta para ver en familia con adolescentes (o sin ellos): la serie Merlí. Ahora mismo se puede ver en Netflix y Movistar, pero es una producción original de TV3 rodada en catalán (se puede ver doblada al castellano también), que trata sobre un profesor de filosofía llamado Merlí, interpretado por el actor Francesc Orella, que empieza a trabajar en el instituto en el que estudia su hijo adolescente, Bruno, que lidia con una crisis personal.
Planteada y resuelta de forma brillante (es un producto cerrado de tres temporadas), tengo que decir que es de las mejores ficciones sobre adolescentes que se han producido en nuestro país: su gran valor reside en que nos presenta un docente capaz de despertar el inconformismo en sus alumnos a través de la filosofía: cada capítulo lleva el nombre de un filósofo, y su trama se gesta entorno a sus ideas principales, que tiene las herramientas para resolver el conflicto planteado. Esto puede parecer secundario, pero es el eje de una historia cuya intención clara es entretener y hacer que los adolescentes desarrollen el pensamiento crítico (y de paso las personas adultas) y sean capaces de dudar y cuestionar todo lo que se les muestra como realidad. La filosofía es la única disciplina que enseña a pensar más allá de lo convencional, a cuestionar el mundo y a sacar conclusiones, y en esta serie se muestra cómo el pensamiento filosófico es capaz de dar respuesta a problemas cotidianos. Algo muy necesario ahora que peligra esta asignatura en los planes de estudio.
El protagonista, Merlí, es un personaje lleno de defectos, que despierta sentimientos encontrados. Comete errores en sus decisiones y con la gente que tiene alrededor, pero es capaz de sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos y también se convierte en parte fundamental a la hora de solucionar el conflicto de su hijo.
Los personajes adolescentes tienen arcos muy completos y definidos desde el principio al final de la serie, cada uno de ellos rompe con su estereotipo y presentan tramas maduras, sencillas e interesantes, que reflejan con acierto el sentir adolescente de hoy en día, alejándoles del cliché de este tipo de ficciones, donde los adolescentes son personas con inquietudes, que van aprendiendo de sus errores. De los elementos más interesantes de la serie es que normaliza equivocarse y hace hincapié en el crecimiento personal. También muestra cómo la reflexión y la construcción de una ideología tiene unos efectos muy directos en la vida de las personas.
Gran parte de las tramas de los personajes están centradas en la libertad sexual, que se presentan de forma muy sincera y compleja, pero con gran normalidad, en especial con los personajes masculinos principales. Desmitifica además el amor romántico y es muy crítico con la concepción que muchos jóvenes y la sociedad en general tienen sobre él.
Ahora os cuento los escollos encontrados con el filtro feminista: tenemos que asumir que es una serie androcentrista, que está planteada desde la perspectiva de los personajes masculinos y se centra, especialmente, en sus tramas; pero no podemos pasar por alto que el creador y autor de los guiones de la serie es un hombre, Héctor Lozano, por lo que este enfoque es perfectamente legítimo. Por otro lado, nuestro protagonista, Merlí, que es un personaje presentado deliberadamente con muchos defectos, a menudo tiene comportamientos machistas (en el sistema patriarcal en el que vivimos, ¿quién no?).
La serie trata con cierta sensibilidad el tema del sexismo y hay alguna trama específica en la que los personajes femeninos se muestran empoderados y dan lecciones de autonomía, independencia y lucha personal; se tratan los temas del sexting, o la violencia y el control por parte de los chicos en las relaciones adolescentes. Además, se incide en la libertad sexual, la libertad de identidad y en la ruptura de estereotipos. Si bien es cierto que los personajes femeninos adultos están llenos de defectos y clichés, como madres hiperprotectoras, imperfectas o profesoras retorcidas, no podemos olvidar que los personajes masculinos adultos arrastran también sus imperfecciones, y son padres inmaduros, ausentes, o profesores intransigentes, por lo que me quedo con un plantel de personajes interesantes y llenos de aristas.
Otros elementos a tener en cuenta: de 40 episodios solo 3 están dedicados a filósofas mujeres: Hiparquía, Judith Butler y Hannah Arendt. Es cierto que la historia de la filosofía (como todas las áreas de conocimiento) ha invisibilizado las aportaciones de las mujeres, pero no habría sobrado que se hubiera tenido en cuenta la infrarrepresentación y se hubiera visibilizado alguna más.
Tengo que reconocer que, a pesar de los pequeños elementos discordantes con respecto a la perspectiva de género, la serie es redonda y muy necesaria para ver con adolescentes; por un lado insiste en la idea de hacerles librepensadores, de despertar el espíritu crítico para que se replanteen y repiensen la sociedad en la que viven, y sepan que tienen la capacidad de cambiar lo que les rodea, y por otro lado, visibiliza este problema estructural que es el sistema heteropatriarcal que a veces nos incapacita para ser conscientes de las injusticias cotidianas. Bravo por esta ficción catalana, altamente recomendable.